Un sueño y un apellido por recordar



Recientemente tuve uno de esos sueños que se sienten tan reales que no te quieres despertar.
Hacía rato que no soñaba y honestamente ya lo extrañaba. Es que para mí el hecho de poder soñar y recordar lo que soñé al día siguiente o al despertar, es una de las mejores experiencias que puedo tener. Mi mundo de sueños puede parecer tan real, que muchas veces he deseado vivir en él en vez de la realidad de mundo en el que estamos. 

Para ser sincera todo este encierro ya me esta afectando un poco. 

En mi sueño estaba huyendo de personas que al parecer estaban bajo los efectos de un virus, cuya forma de contagio era por contacto de persona a persona; nada comparado a nuestra actual realidad, sin embargo; no todo fue malo.

Según la fantasía de mi mente, me encontraba en un hotel muy lindo con alguien más. A veces proyecto imágenes de personas que conozco en mis sueños pero esta vez no fue así. Nunca he visto a esta persona antes y he de notar, no me molestaría encontrármelo! 

Había bajado de la suite en busca de una ropa que tenía en el auto.
Al abrir la puerta del auto me encontré con un reguero, cosas de niño, zapatos, juguetes, ropa, y una silla amarrada al asiento trasero. Por un momento me dediqué únicamente a observar, luego agarré la bolsa de lavandería  con la ropa planchada y me dirigí de vuelta al hotel.
 
De camino vi a una mujer que parecía alterada y de repente empezó a correr en mi dirección, ya casi frente a frente trataba de tocarme la cara.  Yo con tal susto le pedía que no se me acercara y usaba la bolsa con la ropa como escudo y le gritaba que por favor se alejara, como pude le di un empujón y corrí hacia la entrada de hotel, sólo para encontrarme con la puerta cerrada. Desde el interior alguien me dirigía hacia otra entrada. 

Una vez dentro del lugar me fui al área de elevadores y un trabajador me detuvo para indagar si era un huésped o no. 
Me preguntaba por el número de habitación, con lo nerviosa que me sentía no lograba recordar si era 1003 o 1006. No conforme con mi respuesta preguntó: 

-¿Cuál es el apellido de la persona que realizó la reserva?

 Le dije: está a nombre de mi esposo, y luego me dio un ataque de risa porque no podía recordar el apellido. Entre la carcajada que me había provocado logré decir: es que he tenido tres novios con el mismo nombre y no sé, pero justo ahora no recuerdo el apellido.
El hecho de sentir una laguna mental momentánea me causaba tanta gracia y no paraba de reír.
La persona que me cuestionaba no parecía llegarle el chiste y con tal seriedad me informa que si no puedo confirmar la información no puede dejarme subir.
En ese instante el chico que antes me había dirigido hacia la otra puerta se acerca y le dice que yo era huésped del hotel y que ya me había visto antes con mi esposo, se disculpó y me dejó pasar. 

Yo agradecí el gesto y pregunté qué estaba ocurriendo. 

-"Hay un virus que está afectando a las personas y nos han ordenado cerrar el hotel y mantener a los huéspedes dentro". Al parecer la gente se está volviendo como loca, debe evitar el contacto con quien haya estado expuesto, no deje que personas desconocidas tengan contacto con usted. Por favor suba y cierre la puerta hasta que se le de aviso que es seguro salir.

La risa se me había borrado de la cara y en su lugar sentía miedo al recordar a la mujer de la entrada que quería tocar mi cara.

Siguiendo la recomendación del chico me dirigí a la suite, de camino vi como unas chicas se preparaban como para un show, mucho maquillaje y ropa de fiesta, me llamó la atención y me detuve a la puerta, una de ellas de repente se puso como histérica y se lanzó sobre una de las chicas que tenía en frente. Decidí que era hora de retirarme, y otra vez eché a correr. 

El pasillo se me hizo largo y por un momento me encontré dentro de un túnel de color violeta, me sentí mareada y con el corazón palpitando más de lo usual; de repente estaba frente a la puerta y empecé a golpearla con fuerza hasta que mi hombre del sueno abrió.

Un hombre alto, caucásico,contextura atlética, de unos 40 o 50 años aproximadamente, unos ojos azules que por un momento me hicieron perderme en ellos, nariz perfilada y unos labios carnosos que me dieron ganas de besarle, estaba recién afeitado, su cabello oscuro con un poco de onda suelta al frente. Es el hombre más sexy que he visto en mis sueños.

El: Amor, ¿qué te pasa? ¡tienes cara de susto! ¿Todo bien?

Yo: La gente esta como loca, dice el chico de la entrada que hay un virus que está afectando a la gente, que tenemos que quedarnos en la habitación. 

En la entrada una mujer quería tocarme la cara, gritaba como loca y se veía aterrada. Yo no quería que me tocara. En el elevador me han preguntado tu apellido y no podía recordarlo. 

El: Tranquila ve a darte un baño con agua caliente, te hará bien. 

Yo: ¡Me escuchaste, no podemos salir de la habitación! La gente está como loca. 

El: Tranquila tenemos comida suficiente y si quieres podemos llamar y que nos suban algo de comer, no tienes porque preocuparte. Todo va a estar bien. 

Sus palabras y la forma en que me decía las cosas me hacía sentir una calma que decidí que tenía razón. En una esquina vi una pequeña piscina de plástico llena de pelotas de colores. 

Yo: Iré a guardar la ropa y a darme un baño.

El: Aquí te esperamos, todo estará bien, ya verás.

Yo: mientras caminaba al baño exclamé: escuchaste cuando dije que no pude y no puedo recordar tu apellido, ¡no lo puedo recordar!

El: Ya lo recordarás es tu apellido también amor.

De repente solo escuchaba el agua caer en la ducha y me desperté. Mi apuesto hombre se había desvanecido con el sueño . Yo regresaba a mi realidad.

El virus es real, pero no de la forma que soñé.

Ahora estoy despierta y sigo pensando en los ojos azules, en esa mirada penetrante y en el apellido; oh sí en ese apellido que aún no logro recordar.

Tal vez, si tengo suerte me lo encuentre algún día. Hasta entonces solo queda soñar.

 
   

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